Reproduzco integramente aquella donde habla de "la princesa del pueblo" y del incidente que tuvo con ella en el especial de Nochebuena Sálvame que emitió Tele5.
MI SEMANA JAMIE PEÑAFIEL (27 Diciembre 2009)
«Si me equivoco, soy», decía San Agustín, aunque no estamos nunca más descontentos de los demás que cuando lo estamos de nosotros mismos por habernos equivocado. Como lo estuve, miren ustedes por donde, la pasada noche de Navidad. ¿La culpa? No fue del maestro armero ni de la televisión ni de Jorge Javier Vázquez. Ni tan siquiera de Belén Esteban sino de este columnista quien, por una vez, posiblemente por aquello de la Nochebuena, no puso en práctica las normas que presiden los actos de su vida profesional y privada: saber elegir los compañeros de mesa, de viaje, de cama y de... programa.
El espíritu navideño y la creencia, ingenuo de mi, que la cirugía estética no solo cambia físicamente a la persona, acepté la invitación que me venían haciendo, insistentemente, para compartir programa con la Esteban. Pensé que era una mujer nueva.
Por aquello de que el rostro humano ha sido siempre, al igual que a Colette, mi gran paisaje, me seducía contemplarlo en vivo y en directo. Quería saber cual era el verdadero. Pero, sobre todo, a la nueva Belén Esteban. Eso creía yo. Pero me encontré con la de siempre, dispuesta a ajustar cuentas, de una forma violenta y agresiva, con el pasado.
Era como la niña de «El Exorcista»
Mientras oía los insultos de una madre desgarrada -«¡Yo, por mi hija, mato!»- que levanta pasiones catódicas (hasta Pilar Bardem lo ha incorporado a su lenguaje: «Quien me diga que soy de los de la zeja, mato») observaba que la obra del doctor Vila-Rovira, un milagro de la cirugía estética, desaparecía dejando aflorar, de nuevo, aquel rostro gastado y estropeado como el de un boxeador, un rostro que ha formado durante años su personalidad «violenta, agresiva, fogosa y descarada», como yo recogía en la columna de la semana pasada. Era, de pronto, como la niña de El Exorcista. El rostro de un boxeador que intentaba noquearme -¡Vive Dios que lo consiguió!-, mientras el personal rugía desde las gradas del plató y Jimmy Giménez Arnau me gritaba: «¡Tira la toalla!».
«Habla si tienes palabras más fuertes que el silencio o bien guarda silencio», decía Eurípides.
¡Claro que las tenía! Las propias del ilustre doctor Vila-Rovira, el padre del milagro, quien, al dividir a los pacientes, candidatos a la cirugía estética, lo hace de la A a la C, colocando a Belén Esteban en el grupo B: «Personas con alguna fisura emocional, recién salido de un divorcio o con infancia difícil, con estructura de base debilitada, con la auto estima baja y, por tanto, con algún problema psicológico». ¡Toma ya!
Pienso que Belén hubiera necesitado una cirugía más profunda y no tan superficial. Lo suyo no es físico («¿Qué has querido decir que mi rostro se ha ido estropeando a golpe de sufrimiento o vaya usted a saber?»). La noche no estaba, precisamente, para hablar de su nariz aunque me reprochó haber dicho lo que nunca dije. Ya me entienden. Perdónala, señor, no sabía lo que se decía.
¿Dónde habrá ido a parar la otra Esteban?, preguntaba yo la pasada semana. ¡Eureka! Aquí la tenía, frente a mi, separada, físicamente, tan solo por un Jorge Javier Vázquez, ¿asombrado?, ¿divertido? ¿escandalizado? como lo estaba yo.
Con almejas bien abiertas
Les confieso que acudí al programa con las mejores intenciones de paz. No solo porque la noche se prestaba a ello aunque luego transcurrió como muchas nochebuenas familiares sino porque pretendía, estúpido de mi, mantener una charla distendida. Deseaba oír de esa boquita tan dulce como fue esa infancia difícil de la que habla Vila-Rovira; su paso por el colegio aunque, por los resultados, el colegio no pasó por ella. También como había sido su Nochebuena: «¡Con almejas bien abiertas!», me gritó; de su felicidad matrimonial; de sus padres, de su hija... Incluso estaba dispuesto a pedirle, si no perdón por todo lo que yo había dicho años atrás, sí disculpas.
Pero lo deseché. A pesar de sus insultos -«co-bar-de»-, en ningún momento pensé en levantarme. Lo hice en cierta ocasión cuando un compañero, contertulio él, me ofendió en un programa. Luego pidió públicamente perdón porque pública había sido la ofensa. Pero se trataba de un enfrentamiento entre iguales, entre dos periodistas: Enric Sopena y este columnista. Nada que ver con lo de la Esteban con quien la igualdad no es posible. De existir, solo podía ser tomada como una concesión televisiva. No me gusta ese tipo de espectáculos. Pero pensé que no ofende quien quiere sino quien puede.
¿Que me había equivocado eligiendo a mi compañera de programa? A lo peor va a ser que sí. Pero era Navidad. Aunque Pilar, la señora que lleva trabajando en mi casa hace veinte años, me lo había advertido. Pensaba que yo no debía. Se trata de una mujer sensible, que me quiere y admira mucho. Hasta Belén García, la gran profesional que dirige La Noria y por la que siento una simpatia especial, se sorprendió cuando supo que no me importaba dar y darme una oportunidad. Y si es Nochebuena, ¿por qué no? Solo tenía que dejarle hablar: «Los que saben no hablan, los que hablan no saben» y, como decía Dante, «no hables sino mira y pasa».
Al menos, en ciertas ocasiones. La otra noche, ni Sálvame pudo salvarme aunque fuera de lujo.
A pesar de todo esto, las uvas las tomaré con Telecinco. ¡Muchacha, que te vaya bonito!
CHSSSSS... De falta de sensibilidad y respeto a la situación de su hermana y cuñada respectivamente puede considerarse el christmas con el que felicitan las fiestas navideñas. Porque mientras los padres se han limitado a hacerlo con un belén y, su otra hermana, con una fotografía sólo de sus hijos, la inefable pareja ha posado con sus dos preciosas hijitas para demostrar, precisamente estos días, que ellos son un matrimonio unido y feliz. ... A lo mejor lo han hecho inconscientemente. A lo peor, va a ser que no. ... Será cierto que el marido de una princesa nórdica, hija de reyes reinantes, taconeaba, hace unas noches, en un local (¿gay?) de Chueca «con la melenita al viento», según mi querida compañera Ana Conda. ... Quien es esa famosa actriz que, en el estudio de Nines Mínguez, en Madrid, donde acudió para una sesión fotográfica no solo se bebió una botella de ron sino que (¿cómo consecuencia?) tuvo una violenta agarrada con el novio que le acompañaba. ... España es un país tan surrealista que el presidente de los empresarios es un personaje a quien le embargan su aerolínea , Aviación Civil le multa con 4 millones de euros, debe no se cuanto a Caja Madrid, y lleva seis meses sin pagar a sus empleados. ¡Vaya ejemplo!
■ Deduzco que en la última parte se refiere:
1. Letizia and Family
2. Ari Behn el marido de Marta Luisa de Noruega
3. ni idea
4. Díaz Ferrán (empresario español)
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