Vanidad principesca
A los reyes y a sus herederos no se les vota, ni con «b» ni con «V», por lo que no tienen necesidad de revalidarse ante los ciudadanos. La razón de ser de su existencia es la ejemplaridad. Por ello, no suelen conceder ruedas de prensa ni entrevistas. Ni escribir diarios. Letizia, nada más casarse, lo pretendió. Felipe, que entonces mandaba en su esposa, lo prohibió.
«Si nos sentáramos a hablar con alguien, entonces todo el mundo querría lo mismo», reconoce la consorte. Aún así, se sienta con Vanity Fair (¡felicidades! Lourdes Garzón, antigua y querida compañera de Crónica y Magazine) mientras mantiene una «frialdad de relaciones con los medios». Han pasado ya seis años y, aunque la consorte ha declarado a los periodistas de Vanity Fair: «no soy nadie, no soy nadie, el importante aquí es Felipe», a estas alturas de matrimonio ya no hay dios que se lo crea. Porque Letizia manda muchisimo no sólo en «su chico», como le gusta decir cuando se lo presenta a sus.amigas (como si el Príncipe necesitara ser presentado), sino en la Casa.
Con su aparición en los kioscos en esta mi semana, la polémica está servida. Tanto en la prensa como en La Zarzuela. Ramón lríbarren, nuevo responsable de las Relaciones Exteriores de la Casa del Rey, ha intentado explicar, más que desmentir, que lo de Vanity no es una entrevista, sino un reportaje. Los autores, Eva Lamarca y Andrés Aguayo, reconocen: «Si hemos hablado con ellos para este reportaje, no podemos contarlo», Pero que Felipe y Letizia «saben transmitir sus opiniones» (hablando se entiende la gente, of course). Los periodistas escriben que «sus declaraciones (más bien las de Letizia) son, a veces, obligadas medias palabras y no se pueden entrecomillar», pero no se resisten a poner en boca de la inefable consorte lo que, según ella confiesa, le preguntó un día Leonor: «Mamá, tú ¿én qué trabajas?». «Por España, hija, para tratar de mejorar mi país». (?)
¿Se hunde la Monarquía?
Sorprende, en el reportaje/entrevista de Vanity Fair lo que los autores atribuyen a funcionarios de La Zarzuela: «Dicen en palacio que el Príncipe ya está preparado para ser Felipe VI y Letizia, la más cercana a los ciudadanos, tendrá un papel fundamental». Peligrosa y atrevida opinión.
Según Doña Sofía, «Don Juan Carlos será Rey hasta la muerte porque ni está cansado ni el Principe impaciente». ¡Larga vida a Su Majestad!, por el bien de España pero, sobre todo, por el bien de la Monarquía.
Lo más grave de lo que aparece en el reportaje/entrevista, no sólo a juicio de este columnista sino de voces más autorizadas, es lo que ¿los autores?, ¿La Zarzuela? opinan sobre Letizia: «Es el último flotador de la Monarquía española». ¡Yo no sabía que la Institución se estuviera hundiendo!. Ahora resulta que «gracias a ella, todos los actos aparecen en la prensa ... todo el mundo se interesa por el Principe, por la Casa Real». Para acabar de arreglarlo, los autores no tienen pudor en afirmar que Letizia «vende ocho veces más que el Principe, 20 veces más de lo que venden los Reyes». ¿No será por sus peep toes, sus minifaldas, la cirugía estética de su cara, de su «mentón inmóvil», del colágeno de sus labios, de sus brackets, con los que aparece en unas revistas sí, en otras no (La Zarzuela lo ha desmentido). (¡Vaya semana, estimado Ramón!).
Su modelo Rania de Jordania
Aunque Letizia confiesa a los periodistas (fácil es deducir la pregunta) que «no pretende ser fashion ni chic ni elegante sólo aparecer adecuada y correcta» (es como si hablara de otra persona), todo el mundo, incluido los reporteros de la revista americana, afirman que «es una mujer presumida ... elegante ... exquisita y vivaracha que gusta atusarse el pelo mirándose al espejo». ¿Su modelo a imitar? No es Doña Sofía sino ... Rania de Jordania, la más frívola de todas las reinas consortes que en el mundo existen hasta el extremo de haberse convertido en una top model. ¿Sabe Letizia que en Jordania, un país pobre y uno de los pocos árabes que carecen de petróleo, no goza de popularidad alguna? Despectivamente le llaman «la reina de los bolsos». También «la Carolina jordana»,
Una Casa bis
En la Monarquía española sólo existe una Casa, la de Su Majestad el Rey. Hubo un tiempo en el que se intentó que el Principe Felipe también la tuviera. El desaparecido y llorado general Sabina Femández Campo no era partidario de esa bicefalia. De las actividades del Principe se encargaba una secretaria, al frente de la que se encuentra, desde 1995, Jaime Alfonsín, Pero, cuando Letizia entró en la Familia Real, como un elefante en una cacharrería, ya nada fue lo mismo. Por la revista de Condé Nast nos enteramos que la Secretaría del Príncipe cuenta hoy ron 11 funcionarios y cuatro ayudantes militares, además de todas las estructuras de la Casa del Rey. Como una Casa bis.
Y todo ello, gracias a Letizia, «la mujer enérgica, fuerte, agresiva, de esas que intimidan a los hombres (¿también a su marido?) que gusta toquetear los hombros de sus interlocutores, cogerles las muñecas, las manos ... quiere resultar convincente en lo que dice». Esto me ha recordado mi primer y único encuentro-desencuentro cuando, tomando mi mano derecha con sus dos manos me dijo: «A ver si nos vemos más». Ni nos habíamos visto nunca, ni nunca más nos hemos vuelto a ver.
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