Los negros literarios o la escritura fantasma conllevan una naturaleza de confidencialidad de una práctica que forma parte de la industria cultural.
La revelación actualmente de escritores con negro literario "adherido", se ha filtrado mediante entrevistas a autores imprudentes, filtraciones de algunas editoriales, venganzas particulares y acusaciones de plagio.
En 2002, Gregory Baruch, abogado en Washington especialista en asuntos comerciales y de copyright, escribía en una columna dominical del Washington Post: "Los editores a menudo argumentan en su defensa que 'todo el mundo sabe' que los libros de las celebridades están escritos por escritores fantasmas; pero si todo el mundo lo sabe, ¿por qué hacen tan difícil a los lectores conocer quiénes son los verdaderos autores?".
El escritor venezolano Gustavo Valle evalúa la incidencia que el oficio de negro literario tuvo en su formación como escritor mientras vivía en España: "una buena medicina para la vanidad del autor". Afirma que renunciando a su visibilidad, es un "dinamitador del espectáculo de los autores", y en esa renuncia el negro literario "propicia un plagio: el suyo propio".
Fuente: Santiago Maisonnave (Clarín) para Suplemento La Vanguardia Mayo 2010
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