Se produjo una crisis constitucional cuando el príncipe Eduardo VIII, a solo unos meses de iniciar su reinado, propuso matrimonio a la dos veces divorciada Wallis Simpson. Abdicó y fue sucedido por su hermano menor, Bertie (duque de York) interpretado por Colin Firth, que eligió usar el nombre de Jorge VI (1936-1952).
Su tartamudeo, afección que padece desde niño, será el peor enemigo del propio Jorge VI que ha de enfrentarse a un reinado donde su pueblo está al borde de la guerra, necesita un líder fuerte y creíble.
Un film con cuatro Oscars donde triunfa un argumento, una buena historia en una época de crisis donde los efectos especiales son muy caros.
Este film potencia valores como el humor, el afán de superación, y la amistad.
El Rey es el líder del pueblo británico aunque no quiera desempeñar este papel, y no por ello está obligado a transmitir seguridad y confianza en su figura, que trasciende al hombre para convertirse en un referente.
Consiguiendo el grado de confianza con su terapeuta, el australiano sr. Loake, consigue lo que otros afamados médicos del imperio británico fallaron; corrige su enfermedad.
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