Cuentan que el aroma del pescado en adobo, el más antiguo tapeo gaditano, se colaba por las calles de Cádiz. Siempre estuvo esta ciudad vinculada a la pesca y su mercado central de abastos, construido en 1837 - por el arquitecto Juan Daura- en los terrenos del antiguo Convento de los Descalzos, el lugar al que llegaba la mejor mercancía.
Es difícil encontrar un mercado tan atractivo y llenos de color como el de Cádiz. Su magnífica reforma hace un par de años, lo ha convertido en un lugar de visita obligada para aquellas personas que disfrutan visitando las plazas de abastos de las ciudades a las que viajan.
De planta rectangular con columnas dóricas de 4 metros de altura. En su construcción se siguieron los planos de Torcuato Benjumeda, arquitecto de la catedral nueva de Cádiz.
Antiguamente era un recinto porticado de 72 puestos con un espacio central en su interior, dedicado a los servicios de carga y descarga de carros y mercancías. En 1928 Juan de Talavera contruye un pabellón central para el comercio de pescado.
Todo ello desaparece tras su rehabilitación en 2009.
Durante las obras de modernización -tres años- se descubrieron:
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