Lo que me gusta del hombre es la inteligencia, el sentido del humor y un cuerpo fantástico. Pero si tiene un cuerpo fantástico puedo olvidar lo demás.
Madelaine de Souvre
Madelaine de Souvre
Antonio Bolinches al escribir su libro "El Arte de Enamorar", encuestó a 200 hombres sólos. Tras indagar en sus preferencias el autor concluyó que el 80% de los entrevistados reconoce que ¡elige a las mujeres por su aspecto físico, sin embargo, aceptan que ésa no es la clave para sostener una relación feliz!.
Paralelamente, el grupo confiesa que casi nunca logra resolver el vacío afectivo que sienten, vale decir eso de que "el físico no lo es todo", aplica perfecto en este caso.
Ahora bien, la autora Anne Campbell, por su parte, trabajó sobre una muestra de 125 hombres solteros y sin ningún tipo de compromiso. A partir de ello escribió el libro "Hombres y Mujeres, Atracción y Rechazo", concluyendo que, efectivamente, todo entra por la vista:
-El 43% de los hombres se fijan en los pechos.
-El 39% de los hombres se fijan en las nalgas.
-El 18% de los hombres se fijan en las piernas.
-El 12% de los hombres se fijan en los ojos.
-El 6% de los hombres se fijan en la sonrisa.
-El 2% de los hombres sucumbe ante la cintura.
-El 2% de los hombres presta especial atención a la voz.
-El 1% de los hombres se fija en la elegancia y el porte.
-El 1% de los hombres se fija en el comportamiento social.
-El 1% de los hombres se fija en el estilo: "la mujer se viste para otra mujer y se desviste para el hombre".
¡EL FÍSICO NO LO ES TODO!
Lo que demostró Campbell es que lo que atrae a los hombres, al menos en un comienzo, son aspectos del físico de las mujeres, y bastante específicos, como lo mostraba que temas como la elegancia o el comportamiento apenas causaban impacto en el grupo encuestado.
Sin embargo, quedarse ahí es un acercamiento muy simple. Según Antonio Bolinches, el autor de "El Arte de Enamorar", ningún hombre inteligente se resiste a ciertas características de ellas, que nada tienen que ver con su físico.
Algunas de las mujeres que más llamaban la atención eran:
-Las mujeres que escuchan más de lo que hablan.
-Las que aprendieron a mantener relaciones simétricas.
-Las que aceptan más críticas de las que emiten.
-Las que son permisivas.
-Las que detectan fácilmente sus valores.
-Las que aprendieron a modelarse a sí mismas.
¡LAS CUALIDADES QUE NO ATRAEN!
Así mismo y tal como ocurrió con la escritora Alejandra Vallejo-Nágera, autora del libro "El Amor No es Ciego", al estudiar las preferencias masculinas pudo determinar aquellas características de las féminas que ellos odian.
Dentro de ellas, se pueden ver algunas más superficiales que otras, y destacan las siguientes:
-Que hagan el amor con maquillaje.
-Que no sepan besar.
-Que se pongan caprichosas o quejosas en la cama.
-Que sean descuidadas con su vestimenta y en especial con su ropa interior.
-Que hablen maravillas sobre sus ex parejas.
-Que acepten tener una relación sexual por hacerles un favor a ellos.
Hay que tomar en cuenta que no todos los hombres son iguales por lo que estos aspectos deben tomarse como una simple referencia de los gustos y preferencias de ellos, la que, sin duda alguna, puede llegar a ser muy útil a la hora de conquistarlos.
El análisis de la actividad cerebral ha permitido constatar que el cerebro de hombres y mujeres funciona de manera diferente en cuanto al amor se refiere y que cuestiones como los diferentes niveles de apetencia sexual tienen una explicación científica, según ha explicado la neurobióloga Mara Dierssen, investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona.
"Se ha descubierto que existen diferencias, de manera que el hombre es más sexual, tiene un apetito sexual más constante, mientras que la mujer es más sensitiva", explica Dierssen. Incluso la infidelidad afecta de manera diferente a unas y otras especies. Se sabe, por ejemplo, que sólo el 3% de los mamíferos son monógamos, como los ratones de la pradera, las orcas o el hombre, mientras que la gran mayoría son promiscuos.
La monogamia animal es genética y una simple manipulación de los genes puede hacer que los machos sean fieles
No obstante, advierte Dierssen, un experimento llevado a cabo en ratones de montaña, caracterizados por su gran promiscuidad, ha permitido comprobar que la monogamia animal es genética y que una simple manipulación de los genes de estos animales puede hacer que los machos
El experimento, por el momento, no se ha efectuado en personas, aunque ha despertado un gran interés por el alcance que puede tener en las relaciones humanas, teniendo en cuenta que más del 15% de los españoles afirma haber sido infiel alguna vez en su vida, mientras que el 43% asegura haberlo deseado en algún momento.
El amor es "ciego"
Las últimas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro han revelado también que las personas que están realmente enamoradas pierden la capacidad de criticar a sus parejas, es decir, se vuelven incapaces de ver sus defectos, lo que viene a confirmar aquel popular refrán que asegura que "el amor es ciego".
Al menos esto es lo que sucede en los casos de amor romántico o maternal, en los que se ha detectado que, ante determinados sentimientos, se activan las mismas regiones del cerebro.
La monogamia animal es genética y una simple manipulación de los genes puede hacer que los machos sean fieles
No obstante, advierte Dierssen, un experimento llevado a cabo en ratones de montaña, caracterizados por su gran promiscuidad, ha permitido comprobar que la monogamia animal es genética y que una simple manipulación de los genes de estos animales puede hacer que los machos
El experimento, por el momento, no se ha efectuado en personas, aunque ha despertado un gran interés por el alcance que puede tener en las relaciones humanas, teniendo en cuenta que más del 15% de los españoles afirma haber sido infiel alguna vez en su vida, mientras que el 43% asegura haberlo deseado en algún momento.
El amor es "ciego"
Las últimas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro han revelado también que las personas que están realmente enamoradas pierden la capacidad de criticar a sus parejas, es decir, se vuelven incapaces de ver sus defectos, lo que viene a confirmar aquel popular refrán que asegura que "el amor es ciego".
Al menos esto es lo que sucede en los casos de amor romántico o maternal, en los que se ha detectado que, ante determinados sentimientos, se activan las mismas regiones del cerebro.
Cuando nos enamoramos perdemos la capacidad de criticar a nuestra pareja, por lo que el amor es ciego
Lo más curioso del caso, sin embargo, es que, paralelamente a esta estimulación que se produce en las mismas regiones cerebrales, en ambos tipos de amor se "desactiva" la zona del cerebro encargada del juicio social y de la evaluación de las personas. Se suprime, por tanto, la capacidad de criticar a los seres queridos, una situación que se reproduce tanto en humanos como en animales.
"Cuando nos enamoramos perdemos la capacidad de criticar a nuestra pareja, por lo que puede decirse que, en cierta manera, el amor es ciego", señala Dierssen, que recientemente ha participado en un ciclo sobre Amor, ciencia y sexo organizado por la Obra Social de La Caixa.
Adicción química
Lo más curioso del caso, sin embargo, es que, paralelamente a esta estimulación que se produce en las mismas regiones cerebrales, en ambos tipos de amor se "desactiva" la zona del cerebro encargada del juicio social y de la evaluación de las personas. Se suprime, por tanto, la capacidad de criticar a los seres queridos, una situación que se reproduce tanto en humanos como en animales.
"Cuando nos enamoramos perdemos la capacidad de criticar a nuestra pareja, por lo que puede decirse que, en cierta manera, el amor es ciego", señala Dierssen, que recientemente ha participado en un ciclo sobre Amor, ciencia y sexo organizado por la Obra Social de La Caixa.
Adicción química
Para Mara Dierssen, sin embargo, el amor es algo más simple: "Una adicción química entre dos personas".
La atracción física, el apetito sexual o el afecto y el apego duradero desencadenan en nuestro interior un conjunto de alteraciones químicas que generan sustancias como la dopamina, responsable de la sensación de atracción, o la serotonina, implicada en los pensamientos obsesivos.
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