¿Te has fijado en la cantidad de personas en el transporte público que escriben, adolescentes con diarios, aficionados a escribir poesías, relatos...? Bien, pues recientes hallazgos de la Universidad de California han intentado explicar por qué lo hacen.
Según las investigaciones no es importante la calidad de lo que escribes, sólo el hecho de plasmar tus emociones a mano con lápiz y papel.
Según el neurocientífico Dr. Matthew Lieberman, el sencillo acto de escribir ayuda al cerebro a “regular las emociones” y a reducir las sensaciones de ansiedad, miedo y tristeza.
Estos beneficios se extienden a cualquier persona con niveles elevados de ansiedad, como proceso de una toma de decisiones, desahogo ante una situación emocional complicada en la vida cotidiana..., todos ellos y otros muchos, posiblemente también encontrarían este proceso extremadamente terapéutico para reducir el estrés y establecer un estado emocional más equilibrado.
Esto se debe a que escribir inhibe la actividad de la amígdala – la parte del cerebro conectada a las revueltas emocionales y a la respuesta de lucha o huida – y aumenta la actividad de la región que regula el autocontrol.
Según las investigaciones no es importante la calidad de lo que escribes, sólo el hecho de plasmar tus emociones a mano con lápiz y papel.
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